lunes, 26 de abril de 2010

Cómo hacer un uso razonable del móvil

Aunque las recetas concretas no suelen servir para todas las situaciones cotidianas, ofrecemos unas pautas que pueden y deben ser adaptadas a cada situación familiar.


Entre los 11 y los 13 años, los niños usan con frecuencia el teléfono fijo y ya son capaces de utilizar el móvil, pero carecen, normalmente, de los criterios para un uso adecuado, por eso no es conveniente que tengan uno propio.

Durante estas edades se puede dejar que hagan uso del móvil familiar pero de forma esporádica y a ser posible en presencia de un adulto: "Llama a mamá y dile que vamos a llegar tarde", "Hoy es el cumpleaños de Fulanito, llámale para felicitarle y me pongo después". Además, pueden llevarlo en situaciones extraordinarias: alguna excursión, etc. No olvidemos que estamos utilizando una herramienta que, como padres, también nos da cierta tranquilidad.


Entre los 13 y los 15 años, es la fase más complicada. Los adolescentes ya saben utilizar todas las posibilidades del móvil, muchas veces mejor que un adulto, pero es fácil caer en la adicción a los móviles. Pueden disponer del uso de un móvil familiar de una forma más asidua, pero no es aconsejable todavía su posesión. El uso del móvil podría centrarse en:


o Premio por su evolución escolar o por colaborar en tareas familiares.
o Tranquilidad familiar en salidas de todo tipo: salidas los fines de semana, salidas deportivas, excursiones, etc.
o Cuando encomendemos a nuestro hijo una tarea externa podemos hacerle partícipe de un privilegio/responsabilidad: puede llevarse el móvil si va a la compra solo, si va a buscar a su hermano menor al colegio, etc.

De todas formas, el uso de los móviles debe centrarse en unos criterios consensuados. Además debemos reservar un tiempo específico para comentar con nuestro hijo cómo lo ha utilizado y a cuánto ha ascendido el gasto. Por otra parte su uso irresponsable puede tener también sus penalizaciones. El adolescente cuenta con un móvil, pero no a tiempo completo. Puede colaborar en el gasto dependiendo del uso que haga de él, aunque normalmente los gastos corren siempre a cargo de los padres.


Entre los 16 y los 18 años, el adolescente ya puede hacerse responsable de tener un móvil (o porque se lo ha comprado con sus ahorros - los terminales pre-pago tiene un precio muy asequible - o porque se lo han regalado), pero es necesario que su uso se ajuste a las normas preestablecidas y debe hacerse totalmente responsable de su mantenimiento económico, para lo que quizás resulte más conveniente la modalidad pre-pago que el contrato, aunque también se pueden poner límites. En este sentido puede dedicar parte de su "independencia" económica al gasto del móvil para saber, y "sufrir en sus carnes", lo que cuesta mantenerlo. Los adultos podemos colaborar con él, pero dentro de la relación responsabilidad/privilegio.

Podemos hacer diversas cosas: si realiza con satisfacción una tarea encomendada podemos premiarle con una tarjeta para el móvil, con un depósito de combustible si tiene moto, con unas entradas para el cine, la 'disco', etc. El joven deberá seleccionar y priorizar según sus intereses. Actualmente existen academias que incentivan a sus alumnos con puntos que canjean por tarjetas para móviles, según los resultados obtenidos.

Los padres tenemos que estar informados del uso/abuso que se da al móvil y tomar las medidas que consideremos oportunas. Existen padres que, después de una traumática experiencia, han decidido no dejar que su hijo tenga móvil. Puede ser una respuesta muy radical, pero su intención, por paradójico que parezca, es la de potenciar la propia comunicación y evitar el "despilfarro" injustificable. No sería traumático, en este sentido, limitar el uso del móvil o guardarlo sólo para esas ocasiones en que los padres lo consideramos necesario.

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